jueves, 30 de septiembre de 2010

Cliente: J&B con trina de manzana


Ella se persona en el bar desde hace un par de años. Al principio llegaba con un chico moreno de ojos grises, muy guapo. Me llevaba muy bien con ellos, gente maja. Después de un año y poco llegó sola por allí. Nunca pregunté, no suelo ser meticona. Sólo sé que llegó y que tenía los ojos rojos y demasiado maquillaje tapando algo oscuro en el pómulo izquierdo. La serví sin ningún comentario más allá del qué te pongo. Miró su vaso fijamente, y supe que estaba calibrando si todas las lágrimas que había derramado cabrían en ese vaso.

Sólo observarla, me llenó de angustia, de vacío, de pesar. En ocasiones da que pensar el hecho de cuánta mala suerte tienen los demás. O cuánta buena tienes tú. Está en lo mejor de la edad y ella llora encima de su J&B, cada día con más maquillaje, cada día más sola. Ojalá uniese el coraje entre copa y copa. Ojalá alguien salvase a esa niña.

Ojalá las chicas como ella no existieran, y no fueran a desahogarse a los bares...