miércoles, 25 de mayo de 2011

Cliente: hoy no bebe nadie...


-¿Pretendes salvarme? ¿Crees que de verdad necesito ser salvada por un principe azul?

- Yo no digo éso. Pero atente a razones, simplemente te estoy diciendo que podrías encontrar un trabajo mejor. - me asegura él con (me imagino) su buena fe.

No me gusta que hagan eso, y aunque acabo de abrir el bar y no hay nadie, sé que en cualquier momento aparecerá algún cliente y nos oirá discutir. Le he estado evitando desde hace cuatro días, cuando me habló de que había un puesto vacante en su empresa, que quizá podríamos ir a vivir juntos... Gintonic de Beefeater quiere pasar a la fase de volverme alguien manso. No sé en que momento se le pudo ocurrir, cuando para qué mentir no ha sido una relación exclusiva (por lo menos por mi parte). Me he acostumbrado a (sobre)vivir sola. Me he repetido hasta la saciedad que ninguno de ellos vale la pena. Me gusta mi trabajo, me gusta mi vida. Pero a él no le gusta que llegue todos los fines de semana a las seis de la mañana. No le gusta que esté todos los días ocupada, y que descanse los lunes.

-Quizá deberíamos dejarlo aquí. - digo yo poniéndome una mano en la cadera.

-No - susurra él bajito y me abraza. Yo me lo quito de encima.

-Es lo mejor. - recalco yo.

- Mira, hacemos una cosa, ven hoy por la noche a dormir a mi casa y lo hablamos con calma. - me dice desesperado.

Yo asiento brevemente con la cabeza. Pero sé que no iré. Es mejor dejarlo así.