domingo, 16 de septiembre de 2012

Camarero: Brugal con CocaCola

Hoy mi jefa viene con una sorpresa debajo del brazo. Brugal con CocaCola es un chico normal, ventimuypocos, moreno, ni alto ni bajo, ni gordo ni delgado. Sus ojos marrones brillan con la malicia del que esconde algo. Hoy va a ver lío, por eso está aquí. Al principio es muy agradable, y con el paso de las horas detrás de la barra se suceden los encontronazos. Si estoy sirviendo cervezas me roza la cintura, y me quita las cañas porque "ya que las estás poniendo, necesito éstas. Sigue echando". Tenemos sed y nos preparamos un par de cubatas mientras el calor del bar sube por mis pies hacia arriba mientas me soba el culo disimuladamente. Yo apoyo las manos en la mesa, mientras me tiemblan las rodillas. La siguiente vez que me toca estoy en la caja registradora cobrando y él se acerca sigilosamente y me respira en el cuello, cerca de la oreja. La gente va bajando, son las 6 de la mañana y mi jefa me dice que me acerque hasta el almacén a coger un barril. Acto seguido le dice a Brugal con CocaCola que me acompañe.

No me da tiempo casi ni a entrar. Sin encender la luz ni siquiera se ha apoderado de mi boca y aparta mis bragas debajo de mi falda para introducirme un par de sus dedos. Gimo al sentir la irrupción en mi cuerpo por sorpresa. Me dejo hacer. Con lo cachonda que llevaba toda la noche no tardo más de dos minutos en contraerme contra su mano.

Volvemos con el barril.

Hemos quedado para mañana.