martes, 7 de diciembre de 2010

Cliente: Miscelánea


Se acercan las navidades. En el bar ya tenemos la decoración. Hoy mientras el bar estaba con gente, pero todo el mundo atendido, observaba desde la barra. Dos chicos y una chica reían en torno a unas cañas. Cinco señores hablaban tranquilamente, (intentando arreglar la crisis desde su silla) alrededor de cinco vinos bien servidos, ya que iban en segunda ronda. Una pareja se mira más allá de las pupilas mientras sonríen tontamente, aunque es la tercera vez que llenan las copas de cerveza. Más allá oigo a dos parejas con sendos niños (cocacola light para las mamás, vino rioja para los orgullosos papás). Miro entre toda esa gente y veo que hoy me toca estar sola. Hoy no puedo observar a nadie. Intuyo llover en la calle. Y solo por una vez, preferiría estar caminando bajo la lluvia que aquí.

Vendrán días mejores.

Lo pasaré peor.

Solo que a veces, necesitas compartirlo con alguien...

jueves, 11 de noviembre de 2010

Cliente: Gintonic de Beefeater (III)



Llega oliendo a frío. Se sienta en la barra y me pide mirándome a los ojos, esperando una explicación. Yo le sirvo nerviosa, sabiendo que me marché de su cama en la madrugada y de puntillas. Al fin y al cabo quedamos en que no era nada serio.

Me vuelvo y le digo a la jefa que me vuelvo al almacén. Evito, como siempre cualquier enfrentamiento. Salgo de allí tres cuartos de hora después y sigue apostillado en la barra. "Mierda" pienso interiormente. Menos mal que va llegando gente, poco a poco y yo me mantengo ocupada. Hasta que me pide la tercera ronda. Sonaba "over my head" de the Fray en el bar, y me observaba tras las pestañas negras como el carbón.

- Me gustaría saber si tienes parentesco con las serpientes.

Mi cara se contrae en una mueca mitad perplejidad, mitad asco.

- Estás siendo muy escurridiza...

Se me escapa una risa sardónica. Posiblemente podría cazar a cualquier chica, no por el físico, aunque no está mal, si no por la labia.

- Me dura tu olor en la almohada, y aunque me jode decirlo, hasta ahora, es el único perfume que no me molesta que siga ahí a día de hoy.

Caigo como una quinceañera. Así que le sugiero:

- Si quieres, esta noche lo refrescamos...

jueves, 30 de septiembre de 2010

Cliente: J&B con trina de manzana


Ella se persona en el bar desde hace un par de años. Al principio llegaba con un chico moreno de ojos grises, muy guapo. Me llevaba muy bien con ellos, gente maja. Después de un año y poco llegó sola por allí. Nunca pregunté, no suelo ser meticona. Sólo sé que llegó y que tenía los ojos rojos y demasiado maquillaje tapando algo oscuro en el pómulo izquierdo. La serví sin ningún comentario más allá del qué te pongo. Miró su vaso fijamente, y supe que estaba calibrando si todas las lágrimas que había derramado cabrían en ese vaso.

Sólo observarla, me llenó de angustia, de vacío, de pesar. En ocasiones da que pensar el hecho de cuánta mala suerte tienen los demás. O cuánta buena tienes tú. Está en lo mejor de la edad y ella llora encima de su J&B, cada día con más maquillaje, cada día más sola. Ojalá uniese el coraje entre copa y copa. Ojalá alguien salvase a esa niña.

Ojalá las chicas como ella no existieran, y no fueran a desahogarse a los bares...

viernes, 27 de agosto de 2010

Cliente: Four roses con cocacola.


Siempre he admirado a la gente que toma sola algo en un bar. Hay de todo, gente que está deprimida, gente a la que la gusta conversar, gente que busca psicólogos gratis... Y luego están los camellos. Si, esos que sabes lo que son, pero como no te metes en la vida de nadie, y hacen sus trapicheos en la acera de enfrente, pues te callas, ya que siempre toma una copa, sea la hora que sea, y deja buenas propinas. El último día que vino estuvo bastante raro conmigo. Sus ojos verdes, normalmente llenos de sarcástica ironía estaban apagados. Quizá también estaba más delgado de lo normal. Había algo que no marchaba bien del todo.

- Morena.

- Dime.

- ¿Tú tienes a alguien en esta vida?

- ¿Además de a mis padres? - pregunté extrañada.

- No, bueno, no sé. Alguien que te eche de menos si te secuestran una banda de terroristas.

- Hombre, mi madre me llama una vez cada dos semanas o así... La jefa, yo creo que si no vengo a trabajar se daría cuenta.

Él se quedó pensativo y yo me puse al coger el lavavajillas. Las tazas quemaban de lo calientes que salían. Después de un rato me llamó para que le cobrase.

- Bueno, morena, que sepas que deberías buscarte a alguien que te eche de menos. Yo, lo haría. Nos vemos.

Hoy leo el periódico.

"Traficante de barrio encontrado muerto a cuchilladas en un descampado después de tres días"


El cuerpo sin vida del joven de 31 años encontrado en el descampado que se encuentra cerca del barrio Cornisa, y que responde a las siglas O.M.G., fue hallado con múltiples heridas de arma blanca. Todo apunta a un ajuste de cuentas entre los traficantes de los barrios anejos a las 2 macrodiscotecas. Nadie había denunciado su desaparición, pero el cuerpo fue descubierto por los perros de dos vecinos de la zona que rápidamente avisaron a la policía....



Me había hecho la crónica de una muerte anunciada....

lunes, 2 de agosto de 2010

Cerrado: por descanso de la clientela


Llevo tres días (viernes, sábado y domingo) haciendo turnos dobles, gracias al patán que me han puesto en la barra (mono, sí, pero un subnormal de mucho cuidado). Han sido las fiestas del barrio, lo que significa estar abierto hasta las 9 de la mañana, y llegar hecha polvo... Y aunque no me voy a un sitio como el de la foto, pienso estar en la cama 48 horas seguidas, así que perdonad pero estos días estoy de vacaciones...

Hasta dentro de una semana...

miércoles, 21 de julio de 2010

Cliente: Botellín de agua


Estoy en el bar, bebo un botellín de agua ya que acabo de reponer las cámaras y estoy sedienta cuando suena mi móvil. Desgraciadamente no hay nadie y me aburro, por lo que creo que me puede distraer un rato la llamada entrante. Hasta que veo la pantallita del dichoso aparato. Mamá. "Joder" pienso yo. Se lo cojo. Me suelta lo mismo de siempre "Seguro que no comes bien" "¿No tienes novio todavía?" "¿Sigues en ese bar de mala muerte?" Y me suelta la noticia por la que me llama. "Pues fíjate, tu prima Maite ha sacado la plaza en el hospital de aquí, así que se casa por fin con su chico, si, Andrés el de toda la vida".
Cuelgo después de asegurarle una y mil veces que ya no caliento la cena en el microondas. Mierda, otra vez vuelvo a ser la oveja negra de mi casa. Mis padres querían un robot, como ella. Carrera, casa, coche y novio de toda la vida. Curro, chalet, y la parejita antes de los 30. Y no servir copas, o café en un bar. Me da urticaria sólo de pensarlo. Me apoyo en la barra pensando en todo lo que he visto y hecho. En todo lo que se ha perdido mi prima Maite. Los amaneceres a la salida de una discoteca, las cañas interminables con los amigos, la adrenalina de saltar al agua desde 10 metros de altura, el momento de ligar con el chico desconocido de lounge y el subidón de tirártelo sólo esa noche (con protección claro, adoro mi vida) los conciertos y los festivales de 3 días, Amsterdan y Londres en una semana.

Y si, currar como una cabrona entre 8 y 14 horas dependiendo del día. Cargar cajas, y lidiar con borrachos. Desamores y roturas de corazón para remendarlo con jirones de piel.

¿Y qué? Volvería hacerlo. Desde luego Andresín, que yo recuerde, no era tan bueno en la cama.

jueves, 24 de junio de 2010

Cliente: Absolut con limón


Hoy no es mi bar. Hoy es otro cualquiera de la ciudad. Uno de ésos elegidos al azar. He de decir que lo escojo porque básicamente es oscuro. Pido mi copa. Es viernes, hace mucho que no libraba este día. Hecho un vistazo a la barra. Mi indumentaria no difiere en la habitual para servir un fin de semana. Camiseta, vaqueros, y zapatos. Aun que llevo las Converse en el bolso grande. Salgo sola. No tengo muchas amigas. De echo aquí ninguna. En el pueblo del que salí algún día me queda alguien. Pero ése no es el caso. Bebo del vaso. Y miro en el fondo, buscando Calíope sabe qué. A él, a mi, mi corazón quizá. En el peor de los casos lo encontraría destrozado. En el mejor, sólo partido a la mitad. Lo bueno que siempre he tenido es que he sabido distinguir entre el amor y el sexo. Por eso sabía que empezaba a cagarla. Porque mezclé lo uno con lo otro. Un grupo de chicos me divisa. Llevan un rato observándome. Y como estoy sola soy una presa fácil. Lo que no saben es que el cervatillo del cuento son ellos. Cada trago adicional a mi copa se convierte en otra carcajada, en otro coqueteo para el castaño de los ojos verdes. Cada trago me convenzo más de que no era para tanto. Cada trago es una bocanada de autoestima. Cada maldito trago me abrasa la garganta y me hace pensar un poco menos en él. Le arrincona, aunque sólo sea por esta noche, o por unas horas, un segundo, un jodido segundo de mierda. Y como dice la canción "killing loneliness".

- Ha sido fantástico. Podríamos repetirlo. - me dice desde su lado de la cama.

- No. - respondo yo. Me visto y me voy.

A tropezones, y busco lo que perdí de vuelta a casa. La cordura. O lo que fuera que me quitó...

domingo, 20 de junio de 2010

Cliente: Arehucas con naranja.


- Me jodió la vida - Me dice ella medio ebria.

Yo la miro, a medias con pena, a medias con compasión. Es su historia, es la historia de otras tantas.

- Bueno, hay más peces en el mar ¿no? - digo yo, por decir algo.

- Ya lo sé. Pero el caso es que no atino a comprender cómo le dejé entrar en mis bragas.

Yo sonrío irónica.

- Pues por la misma razón que todas. Te creíste sus mentiras. Te convenció porque sabía que ibas a resistirte y cuando logró que le dieras el corazón por completo y le susurraste "te quiero" al oído, él había obtenido todo lo que quería. Es un coleccionista de corazones.

Ella me mira sospechosa. Al final, mueve la cabeza negativamente mientras chasquea la lengua. Se la ve abatida, afectada.

- Tú también le conoces. No debería sorprenderme. Eres guapa. No al uso. Pero tienes ese tipo de belleza salvaje, entre rizos despeinados, y francamente tus tetas... son geniales. Pero sinceramente, pensé que eras más lista.

- Ya ves, ése es mi talón de Aquiles. No puedo resistirme a un culo bonito. Y él lo tiene.

Las dos rompemos a reir.

- ¿Cuánto hace que no le ves? - Me pregunta neutral.

- Gracias a Calíope demasiado. Casi le había olvidado. Hasta que pasasteis por el bar hace como dos semanas. Puedo decir - y le doy un trago a mi cocacola - que es el mejor polvo de mi vida.

- Lo corroboro.

- Ya ves, tiene facilidades para meterse en las bragas de cualquiera que él elija...

- Brindo por el sexo.

Y levantamos los vasos a la vez.

Chin chin.

martes, 15 de junio de 2010

Cliente: Gintonic con Beefeater (II)


Aún recuerdo que sonaba "the story", canción de Norah Jones. La barra de madera brillaba con las luces. Y de repente entró. Era él. Sonreí, a medias, solo a medias... Él se sentó en el taburete, y me pidió, aún lo recuerdo:

- Una Franziskaner. - Me resultó raro, porque siempre pedía caña. O Beefeater con tónica si era fin de semana. Y no solía cambiar.

Le serví, no había mucha gente en el bar, pero ya había anochecido a pesar de solo ser las 7 de la tarde. Yo cantaba la canción por lo bajini.

"But if you don't try
The light won't hit your eye
And the moon won't rise
Before it's time"

Siempre me había gustado el tipo de música de esta chica. Él me miró, como se suele mirar a la gente que te gusta (lo sé porque yo también le miré así) y me acordé de que le di calabazas no hacía mucho. Pero no sé si fue la canción, o que a veces la soledad pesa demasiado. Esta vez no esperé -como buena chica- a que él me dijera nada. Aún lo recuerdo.

- Salgo en una hora. - Le lancé como quien tira un cuchillo a una diana en movimiento.

Solo me sonrió. Tiene los ojos azules oscuros, y ese aire taciturno de artista bohemio.

- ¿Y todas esas cosas que tienes que hacer?

- Hoy estoy vaga.

Me espera. Y nos vamos a mi pequeño apartamento (mi sueldo no da para más). Pero a partir de aquí, es mi vida privada...

Y no lo pienso contar... de momento.

miércoles, 26 de mayo de 2010

Cliente: Bombay Sapphire con limón


Es viernes, y no hay mucho movimiento ya que es pronto. Entra solo, se sienta en la esquina del final de la barra y me pide con un "buenas noches". Como os habréis fijado me gusta hablar de la gente que entra sola en el bar. Me parecen interesantes, y suelo escoger de las personas que hablo, por que algunas son historias ya contadas. A lo que iba. Es de estos chicos que sin ser guapo del todo, atrae de una manera inusual. Va muy bien vestido, y ya no solo el tipo de ropa, si no el logo con el jugador de polo en su camisa de posiblemente 200 pavos. Yo le observo mientras la ginebra (de las musas debo admitir, ya que está cojonuda) acaricia los hielos que están en la copa. Me agacho a coger el refresco de la cámara. Me ignora completamente, aunque ya quisiera para mí que no lo hiciese. Para no despegarme mucho de ese hombretón, me pongo a colocar las botellas y las copas de la estantería más cercana.
A los cinco minutos entra una chica. Tiene el pelo moreno, largo hasta media espalda y ondulado. No está flaca, tampoco gorda, pero se podría decir que la sobran un par o tres quilos. Es bajita, pero tiene unos ojos muy bonitos, oscuros. Un conjunto agradable. Llega seria.

- ¿Qué te corría tanta prisa? - le dice ella a bocajarro.
- Esto se acabó. - corta él.
- Al final te casas con ella. - y dice ella como escupiendo. - ¿Entonces es que debo asumir que la quieres?
- No todo es tan fácil. - dice él amargado.
- Si tan difícil te resulta querer, a lo mejor no es la opción adecuada.
- Es que no se trata de opciones. - Contesta gesticulando con las manos.
- Tú mismo, pero recuerda lo que te voy a decir ahora. Nunca, nunca jamás serás feliz. No sentirás lo que sientes conmigo... y volverás. Pero ya aguanté ser la amante de un chico con novia. No caeré a la altura de serlo de un hombre casado. - Le espeta mitad con odio y mitad con razón - Vete a tener tu portada de Hola!, que yo veré el reportaje fotográfico.

Y se da la vuelta y se va.

Él mira la copa. Se la vacía de un trago.

- Ey, perdona. Ponme otra. Pero está con mucho limón, a ver si me sabe más agrio que mi vida.

martes, 4 de mayo de 2010

Canción: La reina.

Aunque no sea el más guapo de todos los inmortales
Quisiera ser el sereno de tus cositas terrenales
Como no tengo calesa ni cuadras de pura sangre
Yo te llevo a caballito pa enseñarte toa las calles
No me hacen falta pistolas ni castillos en el aire
Te regalaré un imperio en Cádiz por carnavales

Tu lengua es un mar despacio que a mí me mece en sus olas
Que teniendo aquí tu boca pa qué quiero yo un palacio

Ni yo soy el rey ni príncipe del vecindario
Pero tú eres la reina de mis telediarios
Mi voz es mi ley, mi frontera son tus piernas
Y toda, toda tu risa me la pongo por bandera
Yo soy lo que veis, príncipe del abecedario
Y toda, toda mi corte es mi corte de salario
Corónate, ponte flores en la melena
Que hoy tenemos una audiencia
Con un puchero de hierba de la buena

Pondremos en la almohada y en cualquier lugar urgente
De este cuento sin hadas, después de noches calientes
Mañanitas de mermelada
Soy monarca de tu horario, el infante de tus piernas
El esclavo de tus labios, lacayo de tus caderas

Tu lengua es un mar despacio que a mí me mece en sus olas
Que como se está en tu boca, no se está en ningún palacio



Carlos Chaouen


miércoles, 28 de abril de 2010

Cliente: Caña


Así de simple me lo pide el llanero solitario. De esa forma es como le llamamos mi jefa y yo. Treinta y tantos muy bien llevados. Le bautizamos con ese nombre porque siempre llega para esperar a una chica nueva. La última, una rubia recauchutada. La anterior, una pelirroja preciosa.

Le hago la seña a mi jefa que está por el otro lado de la barra. Esperamos impacientes a ver cual es la de esta semana, o la de esta noche...

Una melena castaña entra por la puerta. Agita el pelo a la vez que las pestañas. Mi chica martini. Aunque todo hay que decirlo. No es la hora habitual. SU hora habitual. Se acerca hasta nuestro vaquero, y le susurra algo al oído y el sonríe. La besa dulcemente en los labios. Yo alucino desde mi posición. Ella me llama.

- Perdona, ¿me pones un martini? - y les veo hablar como si se conociesen de toda la vida.
- Cariño - le dice ella para llamar su atención - esta noche no trabajo, asíque si quieres podemos ir por fin a mi piso.
- Ya tenía ganas de conocerlo.

Me vuelvo a mi eterno rincón en la esquina de la barra, lejos de todos.

Es cierto.

Dios los cría. Y ellos, se devoran.

miércoles, 21 de abril de 2010

Cliente: Voll Damm


No tiene pinta de ser alguien especial. Por eso quizá a mi me lo parece. Es normal de estatura, ni muy alta, ni muy baja. Su pelo es rizado, y está alborotado. Sus ojos marrones están cubiertos de sombra negra, y apesar de estar en un grupo de gente se siente sola. Se la ve por la manera en que mira y acaricia el cuello del botellín de la cerveza. Es bonita, a su manera. O a la mía.

A veces me recuerda un poco a mi. Escondida bajo capas de maquillaje negro en los ojos, y un poco de sombra en el alma. Me mira y sonríe un poco.

Pero solo un poco.

domingo, 28 de marzo de 2010

Cliente: Martini sin hielo


Entra con una minifalda de talle alto. Tiene un cuerpo espectacular, y una sonrisa que depende del ángulo puede ser un ángel o el mismísimo Satán. Se instala en el final de la barra, y me pide un martini, sin hielo. Lleva una blusa que deja entrever su generoso escote. Tiene un lunar en el pecho izquierdo, pequeño, sugerente. Los labios son rojos, del color de una cereza madura. La melena castaña le cae suelta sobre los hombros. Si no me equivoco (y nunca me suelo equivocar) cobra unos 400 por hora en el cuatro estrellas que hay a dos calles de aquí. Busca hábil su presa con sus grandes ojos castaños. Hoy seguro que consigue algo.

Lo conseguiría hasta de mi. Me guiña un ojo pícara mientras deja parte de su caro pintalabios en la copa. Frunce el entrecejo calibrando al señor que acaba de entrar. La amantis religiosa ya tiene cena. Se lo devorará enterito. Lo peor es que a él le gustará, repetirá, hasta que se quede en los jodidos huesos.

Bendito rojo!

martes, 2 de marzo de 2010

Cliente: Gintonic de Beefeater


Entra solo al bar. Posiblemente lo esté. Suele venir por aquí por lo menos dos veces por semana, viernes y sábado por la noche es fijo, algún día suelto entre semana, y entonces sólo pide una clara. Es un habitual desde hace un par de meses, aunque he de decir que las primeras veces venía por aquí con más amigos. Me hace el gesto consabido del movimiento de la cabeza, es a medias un hola y un ven aquí. Me acerco, y me sonríe. Me pide lo de siempre, Beefeater. El bar está vacio, apenas son las 10. Le miro desde la otra punta de la barra, y me da por pensar que le vendría bien algo de Quique González, así que rebusco entre los cedés, y pongo "Daiquiri Blues". Él parece reconocerlo. Me llama otra vez con la cabeza.

- ¿Qué día libras? - me pregunta con la pupilas bailando - Podría llevarte a algún sitio bonito.

- El día que libro lo utilizo para hacer los millones de cosas que no hago el resto del tiempo que estoy aquí - digo amablemente. Es guapo, y tiene una sonrisa perfecta. Pero estas cosas no acaban bien nunca, además, no se sabe ni mi nombre, yo tampoco el suyo, algo que no me importa demasiado, para mí, él es Beefeater con tónica. Para él yo soy la camarera del bar ése que hace esquina. Es mejor no complicarse la vida.

- Es el rechazo más amable que jamás me han dado.

Me río, y me doy la vuelta, para ver si encuentro algo de ACDC en los compacs.

Si, mejor no complicarse la vida, porque a mi me gusta meterme hasta el cuello.

jueves, 25 de febrero de 2010

Cliente: Rioja crianza 2006


Viste borsalino, gris oscuro, al igual que los recuerdos que me cuenta entre tapa de patatas ali-oli y copa de vino bueno, y "es que el vino corriente me repite". Se adivinan penas y se dibujan alegrías en su rostro arrugado supongo, por una juventud marcada por el dolor y el trabajo demasiado temprano en aquel niño que fue una vez. Enamorado de la vida confeso (por lo menos a mi, su camarera preferida) me da consejos tras la barra de madera.

- Chiquilla, deberías estudiar, dedicarte a algo que no te estropee. Eres joven ya tendrás tiempo de trabajar. - me dice mientras mueve la cabeza negativamente.

- ¿Y quien me va a pagar los estudios si no trabajo yo? Además, ahora es cuando puedo con todo - le contesto mientras coloco las jarras de cerveza recién sacadas del lavavajillas.

- En mi época trabajabamos porque no había otra cosa, pero tu tienes más oportunidades. Yo te pago la carrera. - Me dice serio y dando un golpe seco en la barra.

Me echo a reír con una sonora carcajada. Le miro profundo. Me recuerda al abuelo que nunca tuve. Me despierta la ternura y me da por pensar que el estar solo a ciertas edades tiene que ser horrible.

- Con el poco tiempo que me queda y después de haber visto lo que vi, pasar todo lo que pasé, lo único que te puedo decir es que aproveches cada segundo, chiquilla. Cada respiración que das, es una menos.


Y yo le juro que no estoy dispuesta a perderme nada.

domingo, 21 de febrero de 2010

Cliente: Brugal naranja


Se apostilla en la primera columna que está al lado de la barra. Yo estoy limpiando la cafetera, son las 11 así que ya le toca. Me hace una seña con la cabeza, el bar está medio vacío y todo el mundo ya está atendido. Edad, unos ventimuchos, alto, rubio, cuando me acerco dos ojos azules captan mi atención. No es un guapito, apesar de la descripción. De esos que podrían pasar desapercibidos porque no suele levantar demasiado la mirada del suelo. Me pide. Adorno el vaso restregando por el borde naranja recién cortada que huele a las mil maravillas. Cuando destapo el refresco me sonríe y se la devuelvo. Es una sonrisa abatida.

- ¿un día duro? - le pregunto amablemente.

- Demasiado - me contesta él sin perder esa sonrisa a medias - Pero a veces, es mejor intentar sobrellevarlo como sea ¿no? y para eso, esto - y señala la copa con resignación - ayuda. ¿Qué te debo?

Le cobro, a los 15 minutos aparecen otros dos chicos y una chica. Sus amigos. Tiene toda la razón.

Copas y amigos.