martes, 2 de marzo de 2010

Cliente: Gintonic de Beefeater


Entra solo al bar. Posiblemente lo esté. Suele venir por aquí por lo menos dos veces por semana, viernes y sábado por la noche es fijo, algún día suelto entre semana, y entonces sólo pide una clara. Es un habitual desde hace un par de meses, aunque he de decir que las primeras veces venía por aquí con más amigos. Me hace el gesto consabido del movimiento de la cabeza, es a medias un hola y un ven aquí. Me acerco, y me sonríe. Me pide lo de siempre, Beefeater. El bar está vacio, apenas son las 10. Le miro desde la otra punta de la barra, y me da por pensar que le vendría bien algo de Quique González, así que rebusco entre los cedés, y pongo "Daiquiri Blues". Él parece reconocerlo. Me llama otra vez con la cabeza.

- ¿Qué día libras? - me pregunta con la pupilas bailando - Podría llevarte a algún sitio bonito.

- El día que libro lo utilizo para hacer los millones de cosas que no hago el resto del tiempo que estoy aquí - digo amablemente. Es guapo, y tiene una sonrisa perfecta. Pero estas cosas no acaban bien nunca, además, no se sabe ni mi nombre, yo tampoco el suyo, algo que no me importa demasiado, para mí, él es Beefeater con tónica. Para él yo soy la camarera del bar ése que hace esquina. Es mejor no complicarse la vida.

- Es el rechazo más amable que jamás me han dado.

Me río, y me doy la vuelta, para ver si encuentro algo de ACDC en los compacs.

Si, mejor no complicarse la vida, porque a mi me gusta meterme hasta el cuello.

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