domingo, 28 de marzo de 2010

Cliente: Martini sin hielo


Entra con una minifalda de talle alto. Tiene un cuerpo espectacular, y una sonrisa que depende del ángulo puede ser un ángel o el mismísimo Satán. Se instala en el final de la barra, y me pide un martini, sin hielo. Lleva una blusa que deja entrever su generoso escote. Tiene un lunar en el pecho izquierdo, pequeño, sugerente. Los labios son rojos, del color de una cereza madura. La melena castaña le cae suelta sobre los hombros. Si no me equivoco (y nunca me suelo equivocar) cobra unos 400 por hora en el cuatro estrellas que hay a dos calles de aquí. Busca hábil su presa con sus grandes ojos castaños. Hoy seguro que consigue algo.

Lo conseguiría hasta de mi. Me guiña un ojo pícara mientras deja parte de su caro pintalabios en la copa. Frunce el entrecejo calibrando al señor que acaba de entrar. La amantis religiosa ya tiene cena. Se lo devorará enterito. Lo peor es que a él le gustará, repetirá, hasta que se quede en los jodidos huesos.

Bendito rojo!

1 comentario:

  1. Wow, acabo de descubrir este otro blog, y me encanta!! Es muy original :D

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