domingo, 21 de febrero de 2010

Cliente: Brugal naranja


Se apostilla en la primera columna que está al lado de la barra. Yo estoy limpiando la cafetera, son las 11 así que ya le toca. Me hace una seña con la cabeza, el bar está medio vacío y todo el mundo ya está atendido. Edad, unos ventimuchos, alto, rubio, cuando me acerco dos ojos azules captan mi atención. No es un guapito, apesar de la descripción. De esos que podrían pasar desapercibidos porque no suele levantar demasiado la mirada del suelo. Me pide. Adorno el vaso restregando por el borde naranja recién cortada que huele a las mil maravillas. Cuando destapo el refresco me sonríe y se la devuelvo. Es una sonrisa abatida.

- ¿un día duro? - le pregunto amablemente.

- Demasiado - me contesta él sin perder esa sonrisa a medias - Pero a veces, es mejor intentar sobrellevarlo como sea ¿no? y para eso, esto - y señala la copa con resignación - ayuda. ¿Qué te debo?

Le cobro, a los 15 minutos aparecen otros dos chicos y una chica. Sus amigos. Tiene toda la razón.

Copas y amigos.

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